lunes, septiembre 06, 2004

17. ¡Santa Cachucha!

Estamos aquí en la bella residencia del “escritor” que se hace llamar “Quimerista” para realizar una entrevista sobre su blog Ingrata y pérjida, crónicas del maldito amor, sobre todo ahora que corren rumores de que ya no continuará con la historia.

Lelia Merín: (Profesional.) Sr. Quimerista, ¿qué hay de cierto en esos rumores?

Quimerista: (Simpático.) Srita. Merín, usted no debe creer todo lo que se oye en la calle. Ya ve, lo mismo dicen de otros blogs.

LM: (Seria.) Sí, pero me parece que esto es más que un chisme. Lo escuché en Comunicación Social del Ayuntamiento, en Comunicación del Cecut, en la Escuela de Comunicación de la UABC, sólo por mencionar algunos lugares comunicativos.

Q: (Justificándose.) Le aseguro que son sólo rumores. ¿Qué razón tendría yo para abandonar este proyecto literario que me ha brindado tantas satisfacciones?

LM: (Viborita de cascabel.) Bueno, se dice que usted pretende una posición en el nuevo ayuntamiento...

Q: (Cortante.) “No haga caso, nada es cierto, son rumores, son rumores”.

LM: (Perrucha.) Se dice también que usted ha sido hostigado por el contenido de su columna y, si esto fuera cierto, sería una noticia bastante horrenda, se trataría de censura, ¡sería una grave falta a la libertad de expresión!

Q: (Dándose golpes de pecho.) No voy a negar que ha sido difícil. Mire, desde que comencé a escribir este blog he sentido actitudes repugnantes del público lector. Cómo le diré: ciertas personas prefieren no encontrarse conmigo en la calle, la gente ya no me saluda y algunos amigos me han dejado de hablar.

LM: (Como diciendo la neta.) Bueno, eso no es censura. Le voy a confesar que yo misma no me siento muy cómoda, aquí con usted, sabiendo que escribe esas cochinadas. La semana pasada, nada más para poner un ejemplo, en el título de su Ingrata y pérjida, usted usó la palabra que comienza con la letra O.

Q: (Libidinoso.) ¿Orgasmo?

LM: (Moralista.) Sí, sí, ésa. En mi humilde opinión hay palabras que deberían restringirse a los libros de medicina.

Q: (Cambiando de tema.) Tiene usted razón. Sucede que alguna gente que lee mi columna siente que estoy siendo autobiográfico. Si fuera así, le aseguro que yo mismo me escandalizaría.

LM: (Provocativa y sensual.) Bueno, es que usted es tan sincero con ciertos temas... parece que los conoce íntimamente.

Q: (Presumido.) Claro que ciertas anécdotas surgen de mi experiencia; pero le aseguro que la gran mayoría son tomadas de personas que conozco y que me han contado sus vidas.

LM: (Sopeando.) Creo que a nuestros lectores les interesaría saber quiénes son estas fuentes obsenas de las que habla.

Q: (Mamón.) Un reportero nunca revela sus fuentes.

LM: (Regañona.) Sí, pero usted no es reportero.

Q: (Poniendo dedo.) Tiene razón, nada más le diré que algunas de estas personas son artistas destacados y destacadas de la localidad.

LM: (Sinceramente escandalizada.) ¡Ave María purísima! Pero regresemos al tema de su blog. ¿Lo deja o no?

Q: (Humilde.) La verdad es que todo por servir se acaba, señorita Merín. Me parece que la historia misma se está agotando. Con decirle que el siguiente amorío era con un extraterrestre.

LM: (Incrédula.) ¿De veras?

Q: (Rollero.) Sí, se formaba un conflicto intergaláctico en donde peligraba nuestro planeta y sobre todo nuestra ciudad; al final había una gran explosión.

LM: (Encajosa.) ¡Chispas! ¿Y qué me dice de Ludovika la Vikinga.

Q: (Tras un largo suspiro.) Esa es una historia triste. El final, cómo le diré, no es el que muchos hubieran deseado. Es más, refleja la realidad que está viviendo actualmente nuestro municipio y me atemoriza la perspectiva de recibir amenazas de muerte de parte de grupos conservadores que se preocupan por la imagen de la ciudad.

LM: (No manches, hijo.) ¿Así de terrible?

Q: (Presumido.) Es tan maravilloso que ni yo mismo creo ese desenlace, y eso que yo lo inventé todito.

LM: (Hipócrita.) Pues nos apena su partida (sí, cómo no), y estaremos atentos a los últimos capítulos.

Q: (Bobo.) Mejor que La heredera y Rubí, con eso le digo todo.

LM: (Aburrida.) ¡Santa cachucha!